martes, 20 de octubre de 2009

Una radiografía del poder global
Libro: Hitler ganó la guerra. Autor: Walter Graziano. Sudamericana. 234 páginas.

HitlerEs necesario comenzar a hablar de este libro haciendo una advertencia a los potenciales lectores: ya sea por atracción o repulsión, no se guíen ni por la tapa ni por su título. El autor no es ningún neonazi que alucina con una imagen triunfante del Fuhrer, ni nada que se le parezca.

Es más, el libro se ocupa de Hitler y el nazismo apenas en algunos parágrafos. Esta obra es en realidad una exhaustiva y documentada investigación sobre la elite oligárquica que controla el poder en los Estados Unidos desde sus orígenes como Estado. Pero no es un libro de historia, aunque muchos de los problemas de los que se ocupa tengan su origen en el siglo XIX.

El libro se ocupa de la situación actual de la estructura de poder mundial que lidera Estados Unidos, y por lo tanto el actual presidente Bush y su familia se convierten en el eje de la investigación de Graziano. Desde la importancia que Bush padre tuvo para la CIA, hasta el peso del oligopolio petrolero en las decisiones políticas, los Bush son personajes nefastamente recurrentes en esta historia. El sujeto central de este libro es la “elite angloamericana”, y se muestra como el establishment norteamericano proviene de las oligarquías inglesas que conquistaron esa tierra siglos atrás.

Como economista que es, Graziano se centra en el poder económico, y como este se transforma en elitismo político. No hay nada de foucaultiano en su concepción del poder; no está ni disperso ni difuminado en los distintos estamentos sociales. El poder del que habla Graziano tiene nombre y apellido, lugares y fechas, montos y números. Es un poder monolítico, conspirador y omnipotente. De ahí la analogía con el tipo de poder que ejerció Hitler, y que el autor sugiera que la sociedad norteamericana de hoy sea una versión triunfante del derrotado modelo nazi; siempre en lo referente a la organización del Estado y las relaciones de connivencia entre las corporaciones económicas con los gobernantes.

También hay algunas relaciones puntuales entre el nazismo y la elite angloamericana de Estados Unidos, sobre todo en cuanto a inversiones de empresarios norteamericanos en el Tercer Reich (petróleo e industria), puntos ideológicos en común (sobre todo el racismo) o el refugio que se dio a prestigiosos nazis luego de la guerra. Pero no mucho más hay sobre el nazismo, en un libro donde la estrecha relación entre las oligarquías norteamericanas e inglesas ofrece muchos más puntos de apoyo para comprender el conflicto que se estudia.

Al especializarse en economía, los dos primeros capítulos del libro de Graziano son de corte casi técnicos. Quizás el primer capítulo dedique demasiado espacio a una sutileza macroeconómica que en realidad es ya una evidencia –que la búsqueda del puro beneficio individual en los sujetos lleva a la destrucción de la sociedad a la que pertenecen–, y ahuyente a lectores que no están especializados en la materia; pero que bien podrían interesarse en las cuestiones que se abordan más adelante. Ese primer capítulo es una barrera bastante importante para el lector medio, no universitario, que quizás no tenga ganas de seguir leyendo luego de tanta teoría macroeconómica; aunque el resto del libro sea muy atrayente para un público bastante más amplio.

Puede ser que el título y la tapa del libro, de corte más marketineros, sean una forma de compensar esto, y alentar a los lectores a seguir adelante. Quienes lo hagan, tendrán la suerte de encontrar datos reveladores sobre los atentados del 11 de septiembre, sobre la dinastía Bush y el consorcio que maneja el poder a nivel mundial y sus mecanismos (como el FMI o el Banco Mundial). El último capítulo, sobre las sociedades secretas que desde las universidades norteamericanas sustentan este perverso mecanismo, deja un amargo gusto conspirativo. Al final del libro, si alguien se siente un poquito paranoico, está en todo su derecho. La asfixiante red de poder opresivo que dibuja Graziano se compone de clanes familiares millonarios que tienen bajo su control el petróleo, la banca, los laboratorios farmacéuticos, las empresas de armas, las universidades y los medios de comunicación más importantes del mundo.

Pero el libro tiene el mérito de abordar temas complejos desde una óptica global y abarcativa. Se ocupa de la estructura, a pesar de la cantidad de nombres que desfilan, y la historia se impone sobre la coyuntura de este año electoral en EE.UU. Como se resume en la contratapa, “quien piense que muchos de los enormes problemas del mundo comenzarían a solucionarse si cambiara el presidente de los Estados Unidos, se equivoca gravemente”.

9/7/2004

http://www.solesdigital.com.ar/libros/graziano.html

si si, es viejo el informe pero es muy recomendable el libro!

sábado, 17 de octubre de 2009



"A los jóvenes les pido que entiendan que lo material es temporario, lo que perdurará para siempre serán los ideales y entre ellos la gran convocatoria debería ser: educación y desarrollo científico en busca de una sociedad en la que la equidad social sea lo prioritario".

Dr. René G. Favaloro, Tel Aviv, Israel, 1995

domingo, 11 de octubre de 2009






















I don't want to be your friend

I just want to be your lover
no matter how it ends
no matter how it starts

El niño con el pijama de rayas trata un tema tan trascendente y doloroso en nuestra historia reciente como el holocausto. No desde un punto de vista histórico, ni desde un punto de vista adulto. La narración de los hechos se ofrece a través de la perspectiva de un niño de 9 años, Bruno. Sin embargo, el enfoque de la novela me resulta en ocasiones algo desesperante.
No voy a seguir la línea del editor y de muchas personas que, al hablar de la novela, omiten cualquier referencia a su argumento porque hay que leerla sin saber de qué trata, porque no hay que desvelar la sorpresa.

Fuente:http://www.papelenblanco.com/novela/el-nino-con-el-pijama-de-rayas-ingenuidad-narrativa-no-apta-para-todos



Titulo real:The boy in the striped pyjamas
Titulo opcional:EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS
Dirección: Mark Herman.
Países: Reino Unido y USA.
Año: 2008.
Duración: 96 min.
Género: Drama.
Interpretación: Asa Butterfield (Bruno), Vera Farmiga (la madre), David Thewlis (el padre), Jack Scanlon (Shmuel), Amber Beattie (Gretel), Richard Johnson (el abuelo), Shelia Hancock (la abuela), Rupert Friend (teniente Kotler), David Hayman (Pavel), Jim Norton (Herr Liszt), Cara Horgan (Maria).




Fuera de cualquier ideología la película está buena, no es un típico cliché de EEUU.


viernes, 9 de octubre de 2009


Harvey Bernard Milk nació el 22 de Mayo de 1930 en Woodmere, Nueva York. Después de graduarse en la Universidad de Albany en 1951 y de servir en la Marina norteamericana, siendo licenciado con honores, Milk se fue a vivir a Dallas, Texas (Ciudad y Estado de larga tradición ultraconservadora) donde su condición de judío no le ayudó precisamente a encontrar empleo. Durante un tiempo regresó a Nueva York, donde colaboró en tareas de producción en obras teatrales como Lenny o Jesucristo Superstar, trasladándose finalmente a San Francisco con su pareja en 1972, donde abrieron un negocio fotográfico en el 575 de la Calle Castro.
A partir de entonces, Milk comenzó a destacar como líder comunitario, fundando la Asociación de Comerciantes Locales de Castro Valley, y representando los intereses comerciales del vecindario frente al Gobierno de la Ciudad de San Francisco.
Harvey Milk intenta entonces presentarse al Concejo de Supervisores de San Francisco en dos ocasiones sin conseguir ser elegido. Pero mientras que los electores no acaban de depositar en él su confianza, sin embargo en poco tiempo su nombre comenzó a ser enormemente popular, convirtiéndose en mascarón de proa de la Comunidad Gay de la Ciudad, ganándose el cariñoso apodo de El Alcalde de la Calle Castro. Finalmente, en 1975, y gracias al apoyo público y de otras voces políticas más veteranas, Milk entró a formar parte del Concejo de Supervisores, por decisión personal del entonces alcalde George Moscone.
En 1977, después de que las normas electorales cambiasen en la ciudad y se empezasen a votar a los Supervisores por Distrito y no globalmente, Harvey Milk fue elegido Supervisor en las urnas por el distrito 5, pasando a ser el primer político abiertamente gay de los Estados Unidos, tercero de la comunidad GLBT, tras Kathy Kozachenco y Elaine Noble.
En sus 11 meses en el cargo, Milk patrocinó proyectos de ley para la comunidad GLBT y contribuyó decisivamente a derrotar una Proposición apoyada por un Senador del Estado, según la cual, profesores gays y lesbianas podían ser despedidos bajo el sólo argumento de su sexualidad. Así mismo, fue enormemente exitosa su labor en la defensa de las alianzas de las diferentes etnias de la ciudad y de líderes sindicales.
A finales de 1978, el Supervisor Dan White, un áspero opositor a las maneras y la política del Alcalde George Moscone, y por supuesto a las de Harvey Milk, renunció a su cargo. Poco después, y tras reconsiderar su decisión, solicitó a Moscone ser reincorporado a su puesto. En principio Moscone se mostró predispuesto, pero diversos líderes liberales de la ciudad, incluyendo Milk, se opusieron al regreso de White, con lo que finalmente este tuvo una respuesta negativa por parte del Alcalde.
El 27 de Noviembre de 1978, White, portando una pistola cargada, eludió los controles de entrada, colándose en el edificio del ayuntamiento por una ventana lateral. Tras esperar que el alcalde Moscone acabase una reunión y tras una discusión, Moscone invitó a White a su despacho, donde tras declinar el alcalde la petición de White, este le disparó dos tiros en el abdomen y luego otros dos en la cabeza.
Luego, se dirigió a la parte opuesta del ayuntamiento, bajando un pasillo hasta el despacho de Harvey Milk. Tras otra breve discusión, White comenzó a gritarle a Milk, disparándole varias veces: tres tiros en el pecho, uno en la espalda y dos en la cabeza.
En medio del caos, White huyó. Dianne Feinstein, entonces Supervisora, posteriormente Alcaldesa (sustituyendo al asesinado Moscone) y en la actualidad Senadora por California, fue quien primero descubrió el cuerpo muerto de Milk.
El cuerpo de Harvey Milk fue incinerado y sus cenizas esparcidas en el Pacífico.
En el juicio a Dan White, su abogado argumentó que actuó bajo los efectos de una fuerte de depresión. Y esto no sólo lo salvó de la pena de muerte sino que fue condenado a sólo siete años de cárcel.
La ciudad, y especialmente la comunidad gay reaccionó negativamente ante un veredicto que interpretaron injusto y homófobo, produciéndose la llamada White Night Riots, en que una multitud frustrada y furiosa, portando velas encendidas, emprendió una marcha desde la Calle Castro hasta el Ayuntamiento, donde fueron calmados por la entonces nueva Alcaldesa Dianne Feinstein. La mayoría de los manifestantes actuaron entonces pacíficamente, depositando sus velas junto a la estatua de Abraham Lincoln situada en la delantera del edificio, pero otra parte de furiosos manifestantes causaron serios daños en el edificio, con rotura de ventanas y puertas. Un coche de la policía ardió durante los incidentes en los que sin embargo, no se registraron víctimas ni heridos.
Al poco de salir de la cárcel y tras reinstalarse en San Francisco, Dan White, el asesino, se quitó la vida inhalando el humo del motor de su propio vehículo.
Quizás Harvey Milk no fue un político excepcional, por otro lado no tuvo tiempo físico para dejar un hondo legado. Pero el tiempo en que fue Alcalde de la Calle Castro y las circunstancias de su asesinato inevitablemente han hecho de él, y ya para siempre, un icono incontestable en la historia de nuestros derechos civiles.

martes, 6 de octubre de 2009

El racismo bíblico

En el siglo XIX se desarrolló en Europa una interpretación racista del texto de la Biblia cristiana, a partir de algunas elaboraciones sobre el diluvio universal y los hijos de Noé, sobre todo de la maldición de Canaan, presentes ya en la Edad Media.
Según esta interpretación, la Biblia indicaría que hay tres razas humanas, provenientes de los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet. De Sem descenderían los judíos y árabes; de Cam, los negros; y de Jafet, los blancos. Esta visión bíblica de la humanidad dividida en razas se complementaba con la llamada maldición de Canaan, hijo de Cam, al que Dios condenó: "maldito sea Canaán, siervo de siervos será a sus hermanos" (Gén. 9:18-29 9:18-29). La interpretación racista de la Biblia, sostuvo que la maldición de Canaan fue una maldición de Dios a la "raza negra", por la cual ésta era condenada a servir a los blancos.
Esta interpretación fue ampliamente difundida, e incluso enseñada a los jóvenes africanos por las autoridades coloniales y los misioneros católicos y protestantes, a través de los libros escolares belgas durante la primera mitad del siglo.

domingo, 4 de octubre de 2009




Un ultra-ortodoxo judío sostiene un pollo en sus manos, que más tarde será sacrificado como parte del ritual kaparot, en el que se cree que los pecados del año pasado se expiarán con el sacrificio del animal, en el barrio de Mea Shearim en Jerusalén. El ritual se realiza antes del Día de la Expiación, Yom Kippur, el día más sagrado del año judío.




fuente: http://entretenimiento.latam.msn.com/ar/fotogaleria.aspx?
cp-documentid=21910774&imageindex=2